LA HISTORIA Y SUS PERSONAJES


 

LA HISTORIA FINAL

La
versión definitiva de Terra d’Ombres (2022) nos presenta una historia centrada en unos acontecimientos y unos personajes concretos, que nos transportan a un universo de terror fantástico, “más allá de la luz y de la razón”. A través de estos “viajeros de una tierra de sombras”, podemos conocer ese mundo frío y oscuro, y a sus protagonistas.



“El hombre que huye”

Un hombre
(Xavi Porta) corre desesperadamente a través de un bosque, mirando detrás suyo contínuamente; huye de algo o de alguien, pero muere al caer por un precipicio antes de saber qué o quién le persigue. Este hombre perseguido y muerto por esa fuerza extraña intentaba impedir mediante un ritual mágico que el mal domine la tierra. Al fracasar en su intento, deberá ser su hermano gemelo quien tome ese peligroso relevo.


Marta

Marta
(Silvia Gavín) aparentemente disfruta de un día de campo con sus amigos (Àngel Giralt, Anto Hidalgo, Mireia Batlle, Susi Sierra, José Franco, Dolores). Sin embargo, su sueño apacible en ese escenario se convierte en una de las muchas pesadillas que sufre, en las que algo la persigue de forma amenazante. Angustiada por su creciente temor que se convierte en obsesivo, acaba agobiando tanto a su hermano como a su futura cuñada y amiga hasta que la ignoran de tal manera, que cuando realmente Marta comienza a darse cuenta de que alguien la podría estar siguiendo, ya es demasiado tarde para que le crean. Y demasiado tarde para sobrevivir. Al personaje de Marta le toca el rol de presentarnos a la víctima inocente que nos introduce en el punto de partida del horror y el misterio que no sabemos por qué sangriento camino nos llevará.



Marc

Marc
(Ignasi Conesa) vive un momento prometedor en su vida; tiene un buen trabajo y está a punto de casarse, pero todo se viene abajo cuando asesinan brutalmente a Marta, su hermana. Al remordimiento por no haberla escuchado cuando le hablaba de sus pesadillas, se une el alejamiento que experimenta de su prometida por los acontecimientos que parecen precipitarse sobre él.
Una extraña sensación de sentirse vigilado, cuando acude a la oscura casa de un cliente, cuya puerta le abre con un gesto frío y áspero su circunspecta secretaria
(Ana García) le anticipa que, a partir de ese momento de su vida, parecerá como si ese mundo extraño que ve cada mañana retratado en las noticias que narra la presentadora del programa de TV que sigue (Anna Orte), le acabará arrastrando, como si una maldición pesara sobre él y su hermana.
Y acabará descubriendo que ciertamente es así. 


  

Laura

Laura (Rosa Sánchez) es la prometida de Marc y amiga de Marta; su vida personal se esfuma cuando asesinan a su futura cuñada y ve cómo se desintegra su relación con su prometido y por tanto, su proyecto de vida se desvanece.
Laura se ve apartada totalmente de la historia, como si este personaje tuviese que preservarse del contacto con la parte más oscura y sobrenatural de los acontecimientos, porque quizás le estuviese reservado aportar al final el único atisbo de serenidad y paz del alma, en este retrato de un mundo donde la oscuridad se extiende por encima de todos los personajes hasta ensombrecerlos en mayor o menor medida.
Laura regresa al final de la historia para recordarnos, a través de su amor autentico e incondicional por su prometido, que siempre hay lugar para la esperanza, que hay que luchar por lo que nos queda tras la pérdida, incluso en una tierra de sombras.

 

 

Trabajador del manicomio

“SANATORIO DE LA GRAN ESPERANÇA. TRATAMIENTO DE ENFERMEDADES MENTALES. RESIDENCIA PSIQUIÁTRICA. VILASSAR DE DALT”. Un cartel señala qué clase de lugar es donde vemos a un técnico (Juan Manuel Vega) terminando de reparar una luz exterior; su aparición en la historia nos conduce hasta su silencioso compañero Àlex. Más tarde le veremos sacándole de sus recuerdos para intentar que salga a tomar una copa, oferta que Àlex rechazará, como también rechazará su ofrecimiento para compartir piso.
Es el primer acercamiento a un personaje que ya se nos muestra reservado y solitario, y su compañero, que aporta ese leve toque de amistad, ya no volverá a aparecer en escena, como tampoco volveremos a ver la residencia psiquiátrica. Y así, este elemento de amistad, proximidad y simpatía que contrastaba con ese entorno de locura y soledad, desaparece de la historia.

 



Àlex

Àlex (Manuel F. García) trabaja como técnico de mantenimiento en una residencia psiquiátrica. Vemos que no puede conversar con su compañero porque algo le impide hablar.  Sueña con un amor no correspondido del pasado que no quiere dar por perdido, y que recuerda constantemente hasta el punto de la obsesión.

La fuga de un peligroso demente, tras una explosión de gas en el manicomio le implica, sin él pretenderlo en una tenebrosa serie de acontecimientos en los que se verá cada vez más y más inmerso, hasta el punto que una fuerza oscura y maligna, que parece estar relacionada con su peligroso encuentro con el loco fugado, llega a desatar un halo sobrenatural que le acompaña hasta crearse una figura con su propia imagen que queda impregnada en el espejo donde Àlex se había mirado.
Ese “Àlex tenebroso” se le hará cada vez más presente, hasta convertirle en un personaje clave en el desarrollo de los acontecimientos más terroríficamente fantásticos de la historia; sus anhelos de amor imposible, parecen alimentar al mal
a pesar de que sus dos amigos, en el bar, intentan disuadirle de su intento desesperado de encontrarla .
Pero ese mal está consiguiendo manejarle para sus propósitos.
El “Reino de las Sombras” parece ser el destino que Àlex no puede (o quizás no sepa, o no quiera) eludir.

 

 

El Comepecados

El Padre Alberto
(Pere Soriano) aparece en una pantalla de TV hablando del diablo y de oponerse a ese fenómeno social que parece extender la idea de un “fin de la humanidad”. Más tarde asistiremos a una escena espeluznante, en la que un hombre con un pasamontañas, en su oscuro cubil semejante a una siniestra Iglesia se prepara para matar a golpes de bate de béisbol a una chica (Eli Frauca) atada por las manos con una larga cuerda al techo; la voz del psicópata revela que se trata del mismo padre Alberto. Sin embargo, nada más finalizar su espantoso cometido, escucha cómo alguien ha entrado en su guarida. Este personaje es el Jano de esta historia, el “Dr. Jeckyll y Mr. Hyde” que representa a un mundo engañoso, donde el mal terrenal se oculta tras rostros impensados.


Gatell


Un hombre armado, el inspector Héctor Gatell
(Berna) se adentra en el oscuro dominio del cura asesino en serie conocido como “El Comepecados” para descubrir que alguien lo ha matado a cuchilladas. Pero no será él quien inicie la investigación; tal como le dice a su ayudante Luís (José Mª García), dado que no hay señales del policía que debería encargarse del asunto, optará por pensar más adelante en qué hacer. Sin embargo, sus posteriores diálogos con otros personajes nos desvelarán su grado de implicación en una red criminal que le retratan como un personaje cuyo hábitat natural es la parte más corrupta de esa sociedad fría y sombría en la que se mueve la historia.

 


 

Víctor

Víctor (Joan Josep Rodríguez) es el policía que ha abandonado la investigación encargada por el inspector Gatell, y la razón no es otra que aprovechar la información obtenida para reunir pruebas fotográficas que relacionan al “Comepecados” con el propio Gatell y otras personas de un clan de poder oculto muy influyente. Se atreve a llamar al inspector y someterle sin más al chantaje; tiene en sus manos un sobre conteniendo los negativos que va a enviar por correo a un amigo de confianza, con la intención de darse a la fuga con el dinero obtenido del chantaje, que compartirá con su pareja sentimental. El plan es sencillo y bien planificado: deberán entregarle una cantidad acordada en una maleta en un punto de encuentro, y así Víctor ganará la partida en un juego muy peligroso, que ha escogido en ese mundo peligroso, oscuro y corrupto en el que toda la sociedad parece ir entrando sin excepción.



“El mafioso”

Un mafioso de manual (José Carlos Tarragó) escucha el relato del chantaje de boca del inspector Gatell. La muerte del “Comepecados” ha avivado un avispero en el que la noticia del chantaje no hace sino complicar y acelerar los acontecimientos en un escenario en el que “las personas que mueven los hilos”, (a quienes el mafioso parece representar), exigen soluciones expeditivas y sin más errores. El mensaje a Gatell es claro y contundente: hay que neutralizar el peligro que representa para el clan de poder ese chantaje.
Si hay una fuerza oscura y maligna representada por un mundo sobrenatural con personajes fantásticos, otra fuerza más real, de un mundo material pero igual de oscura y maligna también actúa en este lado de la realidad.

 

  

Adriana

Adriana
(Adriana Romaniello) Se angustia ante la llamada de su pareja, el policía Víctor. Se extraña de esa propuesta de vacaciones imprevistas; sabe que algo no anda bien en ese extraño “plan de fuga” misterioso que le está proponiendo, pero no le queda otra que aceptar, a pesar de su preocupación
Una noche, mientras recoge unos libros para llevarse, la presentadora de TV
(Carmen Bolívar) le asesta un terrible golpe; escucha el nombre de su pareja como víctima de un atropellamiento mortal. Sabe que le han asesinado, y sabe lo que debe hacer a continuación: ponerse en contacto con el policía amigo de Víctor, para revelarle lo ocurrido. Le llama y concierta un encuentro con él para el día siguiente. Pero no está sola en su casa. Hay una mujer, vestida de negro y con gafas oscuras. Pero, ¿quién es “ella”?



 

“Ella”

“Ella”
(Pilar Mateo), una inquietante, sutil y letal, pero también vocacional y poética asesina profesional, recibe de Gatell el pago por los dos trabajos que ha realizado por encargo suyo; atropelló a Víctor distrayéndole con una maleta vacía en medio de la calzada y ahora ha “solucionado” el problema de su pareja, Adriana, de una forma limpia, efectiva y sin dejar rastro. “Ella”, irónicamente, es el personaje mejor definido y sin fisuras de todo este mundo tenebroso; no tiene dudas ni remordimientos; hace de la muerte su profesión desapasionada, sin implicarse personalmente, por lo que pasa por esta historia sin rendir cuenta alguna por sus actos, sin pagar ningún precio personal. “Ella” solo hace su trabajo.
En “Ella” y el personaje de Laura, la prometida de Marc, encontramos dos símbolos del destino, Eros y Thanatos, amor y muerte, cuya verdadera implicación en la historia es la de constatar la existencia de dos fuerzas de la existencia humana.


  

Juanjo

Juanjo (Juanjo Burgos) es un policía suspendido del servicio. Intervino en un caso de huida con rehén en el que el secuestrador (Francisco Mateo) usó a su prisionera (Carmen Diz) como vía para escapar de la persecución de Juanjo, con el desenlace de la muerte del recuestrador y la rehén.
El inspector Gatell se aprovecha de la investigación abierta a Juanjo para proponerle un acuerdo: se archivará su caso si se encarga de investigar extraoficialmente la muerte del Comepecados. Parece un caso fácil: se trata de encontrar al loco peligroso que huyó de la residencia, pero Juanjo sabe que, si hay interés en que el caso se investigue silenciosamente, es porque ahí hay algo mucho más oscuro y complejo..
Irónicamente, Gatell le ha subido el correo de su buzón como cortesía, y sin darse cuenta le ha llevado el sobre con los negativos que el policía Víctor (amigo de Juanjo) decidió enviar por correo. Sin embargo, el sobre cae al suelo sin que lo vean ni Juanjo ni Gatell.
Más tarde, es precisamente Juanjo quien recibe la llamada de Adriana, la cual le comunica que Víctor ha muerto. Acepta encontrarse con la mujer, pero en el lugar de la cita solo aparece un coche aparentemente sin conductor, perdiendo velocidad hasta detenerse. En su interior, el policía descubre que no solo su amigo Víctor ha sido eliminado, sino también su pareja, antes de poder darle alguna pista sobre ese caso donde todo parece estar relacionado de alguna manera.
¿Es tal vez Juanjo el único personaje honesto en todo este mundo donde, según le dice Víctor en la carta que acaba encontrando, “todo está podrido porque la gente ha perdido su dignidad”? ¿Hará lo correcto, lo ético salvando al último de los descendientes?
Lo cierto es que este policía escéptico, que no cree en lo sobrenatural, es quien lleva el hilo conductor de la trama hasta el desenlace final de la historia. Y tras el desenlace, sabremos por fin qué ocurrió en el caso del secuestro en el que Juanjo intervino, y cómo concluirá su propia historia, que recordará en ese bar donde ese jugador de billar
(Braulio Fernández) le despierta de su recuerdo con ese atronador golpe de carambola.





Dr. Carles

La pista que al policía Juanjo le falta le llega de forma inesperada; del dr. Carles (Marc Bartolí) un médico de la residencia donde huyó el loco peligroso, quien le informa de que un trabajador, al que acogió en su casa, al quedarse sin lugar para vivir por el incendio -Àlex-,  ha conseguido información que podría colocar las piezas del puzle que faltan para completar el caso. Solo que el puzle conforma una historia fantasmal imposible de creer.
Àlex a raíz de su encuentro con sus amigos en un bar ve un anillo que ya apareció en una de sus pesadillas recurrentes. La camarera, una chica manca que lo guarda, le pone en contacto con un misterioso personaje con media cara quemada quien le da las claves definitivas del extraño caso: una profecía que condena a unos descendientes de una estirpe ancestral a una maldición por la que morirán todos ellos sin excepción. Juanjo debe atrapar al loco asesino antes de que mate al último de los descendientes.
Aunque se resiste a creer en ese trasfondo mágico que subyace tras la historia, Carles acaba convenciéndole de que es la única pista que encaja con los sucesos acaecidos, ya que bien podría ser que el loco huido crea realmente ser el enviado del Reino de las Sombras para hacer cumplir la profecía. El personaje de Carles cumple aquí un rol con ligeros toques de humor, de “médico despistado”, (que no ofrece ningún rasgo de su profesión salvo en un solo momento), que si bien auxilia al atormentado Àlex cuando necesita refugio, desdeña su historia, ironizando cruelmente incluso con su imposibilidad de hablar, y, como cualquier médico que se limita a “cumplir el expediente”, deriva a su paciente a otro funcionario (un policía), sin percatarse del sufrimiento creciente en la mente y el alma del pobre hombre cuya “mudez es psíquica”.

 

    

Jose y Rubén, los amigos de Àlex

Jose (Claudio Martínez) habla con su amigo Àlex en el bar donde solían quedar tiempo atrás. Hace ocho años que no se ven, y esperan la llegada de otro amigo común. Habla de sus recuerdos de ese lugar y le asegura que Rubén vendrá, a pesar de que no parece ser conveniente para él, por estar en problemas legales. No sabemos más, ni tampoco cuáles son los lejanos acontecimientos que sitúan a estos tres amigos, tras perder el contacto, en un encuentro de remembranzas; Rubén (Jardel Tomás) confirma su fiel amistad apareciendo, y la conversación es llevada por Àlex (escribiendo en su libreta sus preguntas) hacia su propio pasado. Quiere saber de Miriam. Quiere llegar hasta su amor del ayer que nunca fue, a través de sus amigos del pasado.
Àlex no contactará en toda la historia con ningún amigo más; dejó atrás a su cordial compañero de trabajo, a quien le rechazó la oferta de compartir piso y un posible futuro de compañía y amistad, y ahora, este breve encuentro con las amistades también finalizará, puesto que le revelan que Miriam iba a casarse, que parecía distante... “Olvídala; ya es demasiado tarde”, dice Rubén a Àlex, pero Àlex una vez más no va a aceptar la realidad. Y los amigos marchan. Àlex se dispone a irse, pero alguien ha llamado su atención en ese bar de los recuerdos.

 

  

 

La chica manca del bar

 

El encuentro de Àlex con sus amigos en el bar resulta desesperanzador; le aconsejan olvidarse de Miriam.

La atractiva camarera que les atiende (Judith M. Puigneró) solo llama su atención cuando se percata de que le falta un brazo, pero ni siquiera su atrayente figura consigue sacarle de su obsesión por su amor imposible.
Cuando Àlex ya se está marchando, la imagen del anillo sobre la barra –el anillo con el que soñó–, consigue que se fije con más atención en la chica del bar, que recoge el anillo y lo guarda en su escote (de nuevo, el punto de atención oscila incierto entre la atracción sexual y el misterio).
Àlex no se marcha; accede al mundo de la chica manca del bar, el almacén donde está descansando y la chica manca acepta de buen grado la visita de esa otra persona emocionalmente “mutilada” cuya mudez ella considera que “eso sí que es terrible”. Accede a hablarle del anillo, y le dice dónde puede encontrar a su dueño, el hombre de la cara quemada. Una vez que satisface la curiosidad de Àlex, la chica le propone que podrían verse de nuevo.
Una víctima herida por la vida ofrece a otra víctima atormentada la esperanza de la compañía mutua, de un refugio en ese mundo de frialdad sombría, de un remedio contra la soledad de los marginados. Pero Àlex no va a abandonar a su amor imaginado (lo único que tiene y que no va a cambiar por la realidad). Y se va. Y la chica manca del bar cierra los ojos; sabe que esa es una tierra donde nunca habrá una segunda oportunidad para dos almas condenadas a la soledad.
 
 
 
 
El hombre de la cara quemada
 
Àlex despierta aturdido en el pequeño refugio del hombre de la cara quemada (Xavi Porta), quien le informa que le han atacado para robarle la cartera, ocultándole que ha sido él quien le ha dejado inconsciente y le ha robado; pero no es ni un vagabundo ni un vulgar ladrón. Revela a Àlex que es el hermano gemelo del hombre que huía por el bosque, y que cumple con la voluntad que le confió: encontrar al elegido para impedir que se cumpla la profecia por la que el mal puede dominar la tierra. Para ello le entrega el medallón Veneficus y el cuaderno de notas del corredor de la montaña, muerto en su intento de combatir el mal sobrenatural que ha sido liberado para seguir con su misión de acabar con todos los descendientes malditos.

Este personaje es la antítesis de su gemelo, de carácter totalmente opuesto; él no cree en lo sobrenatural, y no es ningún héroe luchador ni ningún idealista como era su hermano; su cara dice claramente que está “quemado” (quizás por haber destruido toda posibilidad de amar, según esa leyenda que sobre él narró la chica manca del bar).
Ese hombre con voz gastada, echa  sin miramientos de su refugio al hombre sin voz en cuanto ha cumplido  con su promesa; él, que malogró su amor auténtico, real, que se infligió su propio castigo por su fracaso, no quiere saber nada de ese otro hombre que busca un amor por un camino irreal y que también va a fracasar. Ya no anhela otra cosa que esperar, en una tierra donde no hay nada que esperar.

 

  

 

 

Andrés

  

Gracias a las indagaciones del amigo informático de Juanjo, Andrés (Enric Folch) con ayuda de su sorprendente ordenador inteligente Mowgli, le confirma que la historia de los descendientes que están muriendo es cierta. El policía ya sabe quién es el último de esos descendientes: Marc.

Juanjo no es un hombre que crea en la magia, pero ante los datos abrumadores que Andrés y Mowgli le facilitan, (El padre Alberto y Marta eran también descendientes), decide ya sin duda alguna seguir esa pista. Andrés (“cerebro”, como le llama Juanjo) cumple aquí con el rol del típico personaje secundario friki, que en esta historia extraña se nos presenta como el compañero de piso de una máquina.
 

 
Miriam 

“Nuevamente le escribo esperando noticias de su hija. Quiero a Miriam”. La carta que está escribiendo Àlex en el manicomio donde trabaja, justo antes de que se fugue el loco asesino que sembrará el terror durante toda la historia, nos refleja ese sueño irrealizable que persigue ese hombre cuyos traumas y angustias no le permiten hablar. Miriam (Isabel Gómez) es la Dulcinea que nunca podrá conquistar.
Nunca vemos a ese amor imposible de forma real; aparece primero como un recuerdo, donde se la ve como una chica joven, rubia, cuando rechaza a Àlex, pero luego está en una pesadilla angustiosa, cubierta con un velo y pidiendo que la rescate del Reino de las Sombras. Y allí, Àlex ve a otra Miriam como una visión inquietantemente cambiante: aparece con el pelo oscuro, y con un vestido blanco de princesa, y luego su vestido se transforma en un ropaje negro, y es capaz de transformar una flor en un puñal que le ofrece para que ejecute el sacrificio que deberá cumplir si quiere tenerla. Aquí ya no es una Dulcinea que le habla a Àlex; es una sirena que, con un seductor canto silencioso, tan mudo como la turbación de Àlex, quiere atraerlo a una horrible y sangrienta prueba de amor.

 


 

El Hombre Oscuro

Àlex, siguiendo la perturbadora llamada de su tenebroso alter ego acaba obedeciendo las instrucciones dadas por el hombre de la cara quemada, y se dispone a hacer “el sacrificio” exigido para impedir el cumplimiento de la profecía por un camino que le lleva más allá de esta realidad.
Al mismo tiempo, Juanjo se dirige a la casa de Marc justo cuando el loco escapado de la residencia psiquiátrica, el demente peligroso que según la profecía es “El Hombre Oscuro”, con la misión de acabar con todos los descendientes para que el mal domine la tierra, se dispone a finalizar su trabajo.
¿Es realmente El Hombre Oscuro un ser de otro mundo, de fuera de la realidad venido a este mundo, de la misma forma que Àlex, una persona de la realidad, haya quizás podido pasar al otro lado, a ese “Reino de la Sombras” para realizar en ese otro mundo un acto de sacrificio para impedir la profecía?
El Hombre Oscuro concluye su propia historia cumpliendo su papel de personaje simbólico, misterioso, sin cara, sin ningún nombre de actor entre paréntesis que lo encarne, al igual que Àlex también cumple hasta el final su papel de personaje de la realidad trasladado al Reino de las Sombras de la mente. En ambos casos, que la profecía se cumpla o se impida, implica que alguien debe morir.

Porque esta historia oscura, fría; este relato de ficción es como todas las historias inventadas: un símbolo de la realidad pasado por el filtro de la imaginación.
Esta Tierra de Sombras es un cuadro macabro, un cuento cruel, pero sobre todo, es una reflexión de lo que se esconde detrás de cualquier crónica negra que nos pueda llegar cualquier día de cualquier noticiario.



 

LA HISTORIA INICIAL

La
versión de 1994 de Terra d’Ombres contenía un universo de personajes en un abanico de rasgos humanos que iban de lo mundano a lo solitario, y de lo vulnerable a lo perverso.

Esa maraña de acciones humanas interrelacionadas que sería “podada” para su remontaje de 2022 dejó atrás a unos personajes cuanto menos curiosos, y no por el hecho de haber sido suprimidos de la historia dejan de tener interés para entender que en esta historia había otra órbita más lejana de caracteres. Tengamos en cuenta, por tanto, que ya no pueden verse en la versión actual de la película, pero vamos a recordarlos aquí.


El Chico del teléfono y la recepcionista

Marc se sumerge en el ritmo diario del trabajo en una importante empresa de publicidad. Al teléfono, un empleado
(Pepe Ruz), le informa que la nueva comercial “como siempre”, llega tarde, y eso ya nos sirve para captar ese ámbito mundano que representa otro mundo sombrío y frío de la relación laboral; todo un universo de personalidades variopintas en esa oficina, donde el trasiego laborioso de sus empleados (Miriam Sierra, Mercé Coma, José Mª López, Pili Sanz) ya deja entrever una soledad en medio de la indiferencia de la multitud.
Una recepcionista frívola y superficial
(Eli Frauca), ejerce aquí el rol de corifeo de malas noticias, cuando anuncia a Marc, en ese final que ya no veremos en la nueva versión, que Gloria, esa nueva comercial que ha resultado ser una consumada trepa, ha conseguido arrebatarle su puesto.

 

 

 

Gloria

Si existe la perversidad perfecta en el comportamiento laboral, si se da la falsedad insuperable, la picaresca máxima y la truhanería más impune, aquí está perfectamente retratado todo eso en el personaje de Gloria
(Mari Carmen Sanz).
Es quien siempre llega tarde, quien siempre tiene la excusa perfecta y que incluso rizando el rizo, sale victoriosa de la previsible bronca del jefe, Julià, “el ogro”
(Rafa Madrid), consiguiendo que la invite a cenar, mientras Marc ha de aguantar toda la presión del trabajo extra que la dejadez de Gloria provoca, al conseguir siempre salir airosa de su ineficacia y falta total de profesionalidad.
Y en este mundo gris, injusto y malvado, el espectador contempla cómo este personaje obtiene el doble botín de disfrutar del ascenso al cargo arrebatado a Marc, y de contemplar la derrota de éste. Y es que también hay una “tierra de sombras” en ese otro mundo sin ética ni principios, donde se crían y prosperan criaturas agazapadas entre la relación social, moviéndose hábilmente en su hábitat laboral.

 

 

 

El hombre en el sueño de Marc

“Le estoy hablando de asesinato; pudo evitarlo, desde luego, pero no quiso. Es usted un egoísta despreciable, y es justo ahora que pague por ello. Volveremos a vernos. Todas las noches. En sus dulces sueños”.
Un hombre con aspecto de fiscal acusador
(José Luís Rodríguez) se aparece en los sueños de Marc, en su propia casa, remarcando así esa noticia que justo antes se escucha en TV (esta secuencia se mantiene en la versión actual), sobre el hecho de que en esta sociedad sombría, una gran parte de la población sufre de pesadillas todas las noches sin que se sepa la causa.
Marc despierta por esa pesadilla recurrente, y a continuación vemos su silueta frente a una pantalla de TV que solo emite ruido. Es el tormento del remordimiento. Insistente. Implacable.



LA HISTORIA PERDIDA EN LAS SOMBRAS.

Finalizamos este recorrido por el universo de caracteres de esta historia.
Toca recordar aquí dos personajes más, que jamás vieron la luz en la pantalla, puesto que fueron descartados ya en la versión de Terra d’Ombres de 1994, aunque tuvieron un breve destello en el momento de la filmación y el visionado previo, que solo unos pocos pares de ojos pudieron contemplar antes de perderse para siempre en la sala de montaje.



La Mujer monje

Una pelea a muerte en un extraño escenario con cortinas rojas, entre el corredor de la montaña que veíamos despeñado al principio, y alguien ataviado con un hábito de monje que resulta ser una mujer
(Marcela de Nicolás). Esta mujer ha descubierto al hombre intentando robar de un extraño altar el medallón mágico Veneficus, en Venecia, en la sede de la secta que lo custodia. La mujer es tan fuerte, que casi consigue estrangular al hombre, aunque en un último intento desesperado se hace con un enorme clavo que su mano consigue recoger del suelo y empuñarlo, y con un golpe tan frenético como certero, consigue atravesarle la frente y dejárselo incrustado a la mujer, que yace a su lado con los ojos muy abiertos, muy fijos en el infinito...
Cobrándose ese terrible precio, el medallón Veneficus iniciaría así el recorrido en esta historia.




 

 

El periodista

El papel de este personaje en esta historia fue ambiguo y poco definido, y nunca se llegó a desarrollar del todo; se trataba de un periodista
(David Terrer), que mantenía una conversación con Adriana (Adriana Romaniello) en un extraño paraje de caminos y cabañas de madera en mitad de la montaña, y posteriormente Adriana soñaba con él, recibiendo un mensaje premonitorio.
Este personaje podría haber conectado las vidas y las acciones de Adriana (la novia de Víctor, el policía atropellado) con el hombre de la cara quemada, quien llegaría a recorrer ese mismo paraje (en otra escena perdida que nunca vio la luz, a pesar de haber sido filmada), quién sabe si buscando el legado de su hermano gemelo, el corredor de la montaña.
Pero como suele ocurrir muchas veces, incluso en la vida real, hay historias secundarias, ligadas a una historia principal, de las que nunca volveremos a saber, que quedarán ya en la incertidumbre de las sombras del olvido.

 



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